Me izo hasta el centro de tu boca
como la bandera que levantabas enhiesta
y nunca alcancé.
Cuando los méritos de chica aplicada
esperaban debajo del banco
adheridos a tu carta de corazoncitos pulposos.
Mecías la mirada
entonces ibas y venias que sabias que sabía tu deseo
cumplido desde la otra punta de tus ojos.
Fue antes
de atreverme a cruzar la baldosa con el sol de frente
Y hacerte sombra para que me veas de cerca.

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