La boda de mi hermana



Quería, si, su prometido
Rubia y crédula
demasiado nívea para compromisos legales
irreverente para asegurar
eternidad.
Entre todas las sortijas,
una
Y entre los hombres,
ese
que tenía unos ojos dulces como
plátanos maduros sin peso
que ella flotó en la mirada,
pestañeando hasta el calambre.

Impalpable caramelo de virtud,
espolvoreó de primeras ofrendas,
tomando para sí esa ilusión que él
depositó en su conciencia virginal.

La perfección en sus manos
para llevarse a la boca
y el futuro al altar

¡Divinos testigos, velen!

Denles de beber perennidad en esa copa ebria,
Tres sorbos, un vals rebobinado,
ligas elásticas para piernas rollizas,
y el tobillo pequeño para tantear el ancho de su mano
sostenida entre las cejas de ese hombre
que la quiso hasta muy tarde,
cuando el agua que fue vino hizo burbujas.

3 comentarios:

  1. Qué bueno hallar este blog!!! y este poema que tanto imaginé! aunque esto es solo el principio!

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  2. si si si, tengo que ir a verte!!!

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  3. Muy bonito el poema.
    Impalpable caramelo...., estrofas escritas con delicado gusto.
    Te felicito.
    Fer.

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